Mariola Giménez-Salvador e Ignacio Máñez
ERI Lectura, Dpto. de Psicología Evolutiva y de la Educación, Universitat de València, España

(cc) Mariola Giménez.
¿Es la IA una herramienta educativa revolucionaria o más bien un riesgo para el aprendizaje? Mientras que algunos ven en ella una oportunidad para la personalización del aprendizaje y la optimización de tareas tediosas, otros temen que fomente la dependencia cognitiva. Estudios recientes que han explorado los efectos de la IA en el alumnado sugieren que su impacto depende del uso que se haga de ella. Una formación adecuada y un enfoque reflexivo pueden maximizar sus beneficios y minimizar sus riesgos. Para ello, es clave integrar la IA de manera estratégica en las actividades académicas, asegurando que potencie, y no reemplace, las habilidades esenciales del alumnado.


La inteligencia artificial, lejos de ser una disciplina homogénea y bien definida, se ha ido convirtiendo con el paso de los años en un cajón en el que tanto caben fuegos de artificio como impresionantes aplicaciones industriales, capaces de realizar complejísimas tareas de muy diversa índole. Entre todo ello, ¿dónde ha quedado el anhelo original? ¿Realmente queremos encontrar un modelo computacional de nuestra capacidad cognitiva?