Jennifer Balade (1) y Lucía Manso-Ortega (2)
(1) Dept. de Psicología Evolutiva y de la Educación, Universidad de La Laguna, España
(2) Dept. de Lengua Vasca y Comunicación, Universidad del País Vasco, España

(cc) Jennifer Balade.
En una pequeña isla volcánica del archipiélago canario, los pastores de La Gomera han silbado durante siglos por los barrancos. Pero no son sonidos arbitrarios: es una forma de comunicación estructurada, una lengua natural codificada en silbidos. Además, representa un desafío fascinante para la neurociencia: ¿puede el cerebro procesar silbidos como palabras? Estudios de neuroimagen revelan que esta lengua activa las mismas áreas cerebrales implicadas en el habla. El silbo es, además, testimonio de una comunidad que transformó el paisaje en un canal de comunicación, demostrando que el lenguaje no solo vive en el cerebro, sino también en la cultura.
En las montañas de La Gomera, un silbido atraviesa el aire. No es un sonido cualquiera: transmite un mensaje, una frase completa que otro pastor, kilómetros más allá, entiende sin dudar. Sin teléfonos ni radios, los habitantes de esta isla canaria encontraron una forma de hablar con el viento. Lo que para muchos es apenas un eco lejano, para otros es un idioma vivo. La existencia del silbo gomero no solo es fascinante desde el punto de vista antropológico, sino que plantea preguntas clave para la ciencia cognitiva: ¿Qué hace que algo sea lenguaje para el cerebro? ¿Puede el cerebro procesar un silbido con la misma precisión que una palabra hablada?
Desde hace décadas, los investigadores han estudiado cómo el cerebro procesa el lenguaje. Se ha demostrado que ambos hemisferios participan en esta tarea, aunque con distintos grados de especialización. El hemisferio izquierdo suele mostrar mayor implicación en el análisis de la estructura gramatical, el significado de las palabras y la sintaxis del habla. Por su parte, el hemisferio derecho capta la entonación, la intención emocional y los matices del tono (Friederici, 2011). Este reparto de funciones ha sido observado tanto en el lenguaje oral como en otras formas de comunicación, como la lengua de signos. Es aquí donde el silbo gomero entra en escena como un fascinante caso de estudio.
El silbo gomero no es simplemente un conjunto de sonidos agudos. Es una lengua silbada completa que traduce el español a una forma audible a larga distancia. Utiliza un sistema fonológico reducido, con unas pocas vocales y consonantes silbadas, pero que es suficiente para transmitir cualquier frase del español. En los escarpados terrenos de La Gomera, este código acústico permitió durante siglos que los habitantes se comunicaran eficazmente entre barrancos y valles (Díaz Reyes, 2008; Busnel, 1976).
Lo que hace único al silbo no es solo su estructura, sino su fuerza. Los estudios indican que el silbido es el sonido más potente que un ser humano puede generar sin herramientas externas. Gracias a su tono agudo y su alta intensidad, puede recorrer distancias que la voz humana jamás alcanzaría (Díaz Reyes, 2008; Busnel, 1976). Así, el silbo se convierte en una solución práctica nacida de la necesidad, pero también en una proeza acústica natural.
Uno de los estudios más reveladores se llevó a cabo en 2005. Mediante resonancia magnética funcional, un equipo de investigadores analizaron la actividad cerebral de silbadores gomeros mientras escuchaban frases completas en silbo y español. Los resultados fueron sorprendentes. Las mismas áreas del hemisferio izquierdo implicadas en el procesamiento del español hablado, como el giro temporal inferior, se activaban también ante el silbo. Para estos hablantes expertos, el silbo no es una simple imitación del lenguaje: es lenguaje real, procesado por las rutas neuronales del habla con la misma naturalidad que una conversación en voz alta (Carreiras et al., 2005).
Años después, en 2020, otro equipo replicó en Canarias un experimento originalmente realizado en Turquía, donde también existe una lengua silbada. En él, se comparaba la activación cerebral de personas silbadoras y no silbadoras al escuchar sílabas habladas y sílabas silbadas. Mientras que las orales activaban sobre todo el hemisferio izquierdo, como es típico en el procesamiento del habla, el silbo provocaba una activación bilateral en personas silbadoras, con una notable implicación del hemisferio derecho (Villar González et al., 2020). Esto sugiere que el silbo requiere no solo la decodificación lingüística clásica, sino también el análisis de componentes prosódicos, musicales, de entonación y ritmo. Lo más fascinante: estos mismos patrones se repiten tanto en los hablantes del silbo gomero como en los del silbo turco, lo que revela una profunda flexibilidad del cerebro humano para adaptar sus redes del lenguaje a formas inesperadas de comunicación (Güntütkün et al., 2015).
Un estudio con recién nacidos mostró que, al escuchar frases en inglés (su idioma nativo) y en español (un idioma extranjero para ellos), se activaban las mismas áreas cerebrales relacionadas con el procesamiento del lenguaje. Pero cuando escuchaban frases en silbo gomero, esa activación no se producía (May et al., 2018). Esto indica que la capacidad para comprender el silbo no está preprogramada desde el nacimiento, sino que requiere experiencia, aprendizaje y contexto. Lejos de restarle valor lingüístico, este hallazgo resalta la notable plasticidad cerebral, que permite cambios en las redes neuronales para adaptarse y entender formas de comunicación tan singulares como el silbo.
A pesar de su complejidad y la experiencia y tiempo necesarios para interpretar el silbo, esta lengua silbada no ha quedado relegada al pasado. Lejos de desaparecer, el silbo gomero ha encontrado una nueva vida. Actualmente, sigue enseñándose en las escuelas de La Gomera como parte del currículo oficial. Hoy es tanto una herramienta de comunicación como un símbolo de identidad cultural. En excursiones por la naturaleza o en zonas donde la señal móvil es escasa, sigue siendo útil. Pero su valor principal ya no es solo práctico: es también patrimonial. En 2009, la UNESCO declaró al silbo gomero Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Esta distinción no solo reconocía su riqueza lingüística, sino también el esfuerzo colectivo por conservarlo. Es una victoria para la lengua, la ciencia y una comunidad que se negó a que su herencia se perdiera en el eco de los barrancos.
La próxima vez que escuches un silbido, no lo subestimes. Podría ser una llamada, una advertencia o incluso una declaración de amor. El silbo gomero nos recuerda que el lenguaje no siempre viene en forma de palabras: a veces, basta un soplo bien afinado para decirlo todo.
Referencias
Busnel, R.-G., & Classe, A. (1976). Whistled Languages. Springer.
Carreiras, M., Lopez, J., Rivero, F., & Corina, D. (2005). Neural processing of a whistled language. Nature, 433, 31-32.
Díaz Reyes, D. (2008). El Lenguaje Silbado en la Isla de El Hierro. Cabildo de El Hierro.
Friederici, A. D. (2011). The brain basis of language processing: From structure to function. Physiological Reviews, 91, 1357-1392.
Güntürkün, O., Güntürkün, M., & Hahn, C. (2015). Whistled Turkish alters language asymmetries. Current Biology, 25, R706-R708.
May, L., Gervain, J., Carreiras, M., & Werker, J. F. (2018). The specificity of the neural response to speech at birth. Developmental Science, 21, e12564.
Villar González, P., Güntürkün, O., & Ocklenburg, S. (2020). Lateralization of auditory processing of Silbo Gomero. Symmetry, 12, 1183.
Manuscrito recibido el 7 de agosto de 2025.
Aceptado el 9 de septiembre de 2025.
Ésta es la versión en español de
Balade, J., y Manso-Ortega, L. (2025). Silbo Gomero: The language that whistles between mountains Ciencia Cognitiva, 19:3, 97-99.

