¿Por qué las caras de otras etnias nos parecen iguales?

Beatriz Martín-Luengo (a) y Karlos Luna (b)
(a) Dept. de Procesos Psicológicos Básicos y su Desarrollo, Universidad del País Vasco (UPV-EHU), España
(b) Escola de Psicologia, Universidade do Minho, Portugal

PRIMER PREMIO del I Concurso de Divulgación en Ciencias Cognitivas

(cc) familymwr.

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¿Por qué a veces somos incapaces de distinguir entre personas de otra etnia? Una razón puede ser porque no recordamos de la misma manera las caras dependiendo de la etnia a la que pertenecen. Actualmente existen varias teorías que explican por qué nuestra memoria es mejor para caras de nuestra propia etnia, como son las teorías del procesamiento perceptivo de caras, las teorías basadas en la cognición social del procesamiento de caras y las teorías híbridas entre las perceptivas y las basadas en cognición social. En este artículo repasamos y explicamos a grandes rasgos cada uno de estos acercamientos teóricos.

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Las caras son uno de los estímulos más importantes y complejos con los que nos encontramos cada día. A partir de un rápido vistazo podemos saber si la cara que tenemos en frente pertenece a un hombre o a una mujer, hacernos una idea aproximada de su edad, saber a qué etnia pertenece, etc. Los estudios sobre la memoria de caras encuentran que recordamos y diferenciamos mejor las caras si, por ejemplo, pertenecen a nuestra etnia (Young, Hugenberg, Bernstein y Sacco, 2012). Así, desde un punto de vista teórico, aprender cómo recordamos las caras dependiendo de diversas características nos ayuda a comprender cómo nos relacionamos con el mundo. Desde una perspectiva aplicada, el estudio del recuerdo de caras es también muy importante. Por ejemplo, en el sistema judicial se pueden cometer errores en la identificación de culpables derivados de la etnia de la persona acusada.

Centrándonos en los estudios relativos a la memoria de caras y su relación con la etnia, se cree que la mejor memoria para personas de nuestra etnia proviene de un sesgo hacia las personas que pertenecen al mismo grupo que nosotros. Así, las más recientes explicaciones sobre por qué se produce este sesgo consideran que es debido tanto a una diferencia cualitativa en el procesamiento de las caras dependiendo de la etnia a la que se pertenezca, como a una categorización social intra- o extra-grupo, es decir, categorizar las caras como de nuestro grupo social o de otro grupo diferente. Examinemos estas dos explicaciones con más profundidad.

Las teorías basadas en diferencias perceptivas en el procesamiento de caras se basan principalmente en la experiencia que tenemos con caras pertenecientes a una etnia determinada (Mkone, Crookes y Kanwisher, 2009). La situación más extendida es que compartamos etnia con nuestros padres y círculos más próximos con los que tenemos más relación. Esta experiencia con gente de nuestra propia etnia nos hace expertos en caras semejantes a la nuestra, haciendo que diferenciemos mejor entre caras de la etnia a la que pertenecemos. Sin embargo, no es necesario pertenecer a una etnia en concreto para tener mejor memoria de las caras de sus miembros. Niños coreanos recién nacidos que fueron adoptados por familias europeas residentes en Europa mostraron un mejor reconocimiento de caras de europeos que de coreanos (Sangrigoli, Pallier, Argenti, Ventureyra y Schonen, 2005). Es decir, reconocieron mejor aquellas caras pertenecientes a la etnia a la que habían estado más expuestos, aún siendo diferente de la suya. Por tanto, el efecto de diferenciar mejor determinadas caras dependiendo de la etnia a la que pertenecen podría basarse en una mayor exposición y experiencia con esa etnia.

Por su parte, las teorías basadas en la cognición social explican la mejor memoria para caras de nuestra propia etnia en base a juicios intra y extra-grupo (Rodin, 1987). Los autores que defienden estas teorías sociales se basan, por un lado, en que la clasificación de las caras como pertenecientes a una u otra etnia es prácticamente instantánea y, por otro lado, en que para las personas de un grupo determinado los miembros del mismo grupo son socialmente más relevantes que los de otros grupos. De este modo, cuando vemos una cara y la identificamos como perteneciente a nuestro grupo étnico (intragrupo) prestamos más atención, mejorando su codificación y posterior memoria. Sin embargo, al identificar una cara como perteneciente a otro grupo étnico (extragrupo) nuestra atención es menor y la codificación es peor. Por lo tanto, después nos resulta más difícil diferenciarla de otras caras semejantes.

Ambos tipos de teorías tienen sus debilidades. En relación a la teoría perceptiva del procesamiento de caras se ha encontrado que, por ejemplo, aumentar la experiencia con caras de otras etnias no siempre mejora el rendimiento de manera duradera (Lavrakas, Buri y Mayzner, 1976). Por su parte, las teorías basadas en aspectos sociales carecen de especificidad en sus argumentos y tampoco hay una suficiente evidencia empírica que las avale.

Recientemente se han propuesto un tercer tipo de teorías que integran las perceptivas y las sociales entre las que destaca el modelo de categorización-individuación (Young y col., 2012). Este modelo, además de basarse en la experiencia y en juicios intra- y extra grupo, incluye como novedad aspectos motivacionales y situacionales. Los aspectos motivacionales podrían favorecer el reconocimiento de una cara de otra etnia con la que no tenemos experiencia porque, por ejemplo, es la de nuestro nuevo jefe. Los aspectos situacionales pueden hacer que no recordemos bien la cara de, por ejemplo, la última persona que nos facturó las maletas porque, aunque sea de nuestra etnia, no era una situación relevante.

En resumen, varias teorías han intentado explicar cómo procesamos las caras de otras personas y por qué tenemos una mejor memoria de las pertenecientes a nuestra etnia. Actualmente, aunque el modelo híbrido de categorización-individuación va ganando adeptos, todavía se publican trabajos que apoyan alguna de las teorías anteriores. Así pues, parece que todavía no hay una teoría que sea aceptada por la mayoría de investigadores, que responda a todas las preguntas sobre cómo procesamos las caras y que pueda explicar por qué personas de otras etnias muchas veces nos parecen iguales.

Referencias

Lavrakas, P. J., Buri, J. R., y Mayzner, M. S. (1976). A perspective on the recognition of other-race faces. Perception & Psychophysics, 20, 475-481.

Mkone, E., Crookes, K., y Kanwisher, N. (2009). The cognitive and neural development of face recognition in humans. En Gazzaniga (Ed.), The Cognitive Neurosciences (4ª edición, p. 467-482). Cambridge, MA: Bradford Books.

Rodin, M. J. (1987). Who is memorable to whom: A study of cognitive disregard. Social Cognition, 5, 144-165.

Sangrigoli, S., Pallier, C., Argenti, A.-M., Ventureyra, V. A. G., y Schonen, S. (2005). Reversibility of the other-race effect in face recognition during childhood. Psychological Science, 16, 440-444.

Young, S. G., Hugenberg, K., Bernstein, M. J. y Sacco, D. F. (2012). Perception and motivation in face recognition: A critical review of theories of the cross-race effect. Personality and Social Psychology Review, 16, 116-142.

Manuscrito recibido el 24 de mayo de 2013.
Fallo del jurado realizado el 22 de octubre de 2013.

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