Sesgos cognitivos y convicciones morales

Javier Rodríguez-Ferreiro e Itxaso Barberia

Dep. de Cognició, Desenvolupament i Psicologia de l’Educació, Universitat de Barcelona, España

(cc) Ryan Lavalley.

(cc) Ryan Lavalley.

La correlación ilusoria o tendencia a sobreestimar la existencia de covariación entre dos eventos se ha propuesto como un facilitador cognitivo para la aparición de prejuicios y estereotipos sociales. Nuestro estudio demuestra que las personas que presentan mayor tendencia a desarrollar correlación ilusoria también tienden a otorgar un alto grado de relevancia a las convicciones morales relacionadas con la lealtad hacia los miembros del propio grupo. Estos resultados ponen de manifiesto la existencia de una estrecha relación entre procesos cognitivos básicos como la correlación ilusoria y complejos fenómenos psicosociales como las preocupaciones morales o la ideología política.

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Los sesgos cognitivos son errores sistemáticos de nuestro razonamiento. Mediante el término “correlación ilusoria” nos referimos a la tendencia a sobreestimar la existencia de covariación entre dos eventos. En un estudio reciente (Rodríguez-Ferreiro y Barberia, 2017) exploramos la posible relación entre este sesgo cognitivo y las preocupaciones morales.

Para lograr nuestro objetivo, utilizamos un procedimiento habitual para generar correlación ilusoria (Hamilton y Gifford, 1976). Bajo este paradigma experimental, a los participantes se les presentan frases que describen comportamientos que pueden ser socialmente deseables (v.g., “raramente llego tarde al trabajo”) o indeseables (v.g., “mentí en la declaración de la renta del año pasado”). Cada comportamiento corresponde a una persona ficticia, que puede pertenecer a uno de dos grupos (barrios A y B en nuestro caso). Aunque los participantes no lo saben, se presenta el doble de personas de un grupo, que llamaremos mayoritario, que de otro, que llamaremos minoritario. Además, para ambos grupos, se presenta el doble de conductas deseables que indeseables. Al final de la tarea, se deben contestar varias preguntas sobre el porcentaje de comportamientos positivos y negativos que se recuerdan en cada grupo. Asimismo, se les pide que evalúen a las personas de cada grupo en relación a diferentes adjetivos, como “honestos” o “vagos”. A pesar de que, recordemos, los porcentajes de conductas deseables e indeseables son iguales en los dos grupos, los voluntarios tienden a sobreestimar el porcentaje de conductas minoritarias en el grupo minoritario. En el ejemplo que hemos puesto, dado que las conductas minoritarias son las indeseables, suelen evaluar a las personas pertenecientes a este grupo más negativamente que a las del grupo mayoritario.

La correlación ilusoria se ha estudiado extensamente en condiciones de laboratorio, pero tiene también gran relevancia en contextos cotidianos. En la vida real nos encontramos con grupos mayoritarios y minoritarios, por ejemplo, habitantes autóctonos e inmigrantes de una minoría étnica. Igualmente, estamos expuestos a una mayoría de acciones positivas y una minoría de conductas indeseables. Por ejemplo, si entramos en un establecimiento, es más habitual que nos saluden con cortesía en comparación a que nos insulten. Los experimentos de correlación ilusoria nos muestran que, incluso en situaciones controladas en las que no influyen otros factores psicosociales, los seres humanos tendemos a sobreestimar la existencia de correlación entre los grupos minoritarios y las conductas minoritarias. Debido a esto, la correlación ilusoria se ha considerado un facilitador cognitivo en el desarrollo de prejuicios y estereotipos sociales (Hamilton & Gifford, 1976) que estaría jugando un papel crucial junto a otras variables de más alto nivel.

Los prejuicios contra minorías étnicas son más frecuentes entre personas con inclinaciones políticas conservadoras que en las progresistas (Brandt, Reyna, Chambers, Crawford y Wetherell, 2014). Asimismo, se sabe que las opiniones políticas están íntimamente ligadas a las convicciones morales, dado que las opiniones sobre lo que está bien y lo que está mal juegan un papel crucial a la hora de determinar cómo deben organizarse las sociedades, qué comportamientos deben promocionarse y cuáles han de ser penalizados.

Desde el punto de vista de la teoría de los pilares morales («moral foundations theory», Haidt y Joseph, 2004), conservadores y progresistas se diferencian en la relevancia que conceden a diferentes dimensiones que estructuran nuestra moral. Se distinguen cinco pilares morales: la dimensión de Cuidado se refiere a la protección contra el daño; la dimensión de Justicia implica preocupaciones sobre el reparto equitativo de los recursos; la dimensión de Lealtad conlleva compromiso con los miembros del propio grupo y trato diferenciado a los miembros de grupos diferentes; la dimensión de Autoridad se basa en el respeto a la jerarquía; la dimensión de Pureza se relaciona con la protección respecto a posible contaminación física o espiritual. Todos los grupos humanos y los individuos dentro de esos grupos tienen preocupaciones relacionadas con estos cinco pilares. Sin embargo, unos y otros se diferencian entre sí en la relevancia que otorgan a cada uno de ellos. Desde un punto de vista político, las personas más progresistas suelen dar mucha importancia a los pilares de Cuidado y Justicia y poca al resto de dimensiones. En cambio, las personas más conservadoras conceden más importancia a las dimensiones de Lealtad, Autoridad y Pureza. (Puedes conocer tu perfil de preocupaciones morales contestando un cuestionario en https://www.yourmorals.org/.)

En nuestro estudio observamos que, en un grupo de 240 estudiantes universitarios, aquellos con mayor tendencia a desarrollar correlaciones ilusorias (quienes más sobreestiman el porcentaje de conductas negativas, infrecuentes, en el grupo minoritario) son también quienes dan mayor importancia al pilar moral de Lealtad. Por tanto, nuestros resultados señalan que las preocupaciones morales relacionadas con la distinción entre el propio grupo y el resto de grupos son un aspecto clave a la hora de entender la presencia de prejuicios sociales.

La naturaleza correlacional de nuestra investigación no nos permite extraer conclusiones sobre la dirección causal de esta relación. Es decir, no podemos asegurar que el sesgo cognitivo sea la causa de la inclinación moral o viceversa. Sin embargo, este tipo de estudios pone de manifiesto la compleja interacción existente entre los mecanismos cognitivos más básicos, como la correlación ilusoria, y procesos de más alto nivel, como las convicciones morales. La aplicación de la teoría de los pilares morales al estudio de esta relación proporciona, por ende, un marco adecuado para estudiar los fundamentos cognitivos de la ideología política en el futuro.

Referencias

Brandt, M. J., Reyna, C., Chambers, J. R., Crawford, J. T., y Wetherell, G. (2014). The ideological-conflict hypothesis: Intolerance among both liberals and conservatives. Current Directions in Psychological Science, 23, 27–34

Haidt, J., y Joseph, C. (2004). Intuitive ethics: How innately prepared intuitions generate culturally variable virtues. Daedalus: Special Issue on Human Nature, 133, 55–66.

Hamilton, D. L., y Gifford, R. K. (1976). Illusory correlation in interpersonal perception: A cognitive basis of stereotypic judgments. Journal of Experimental Social Psychology, 12, 392–407.

Pratto, F., Sidanius, J., Stallworth, L. M., y Malle, B. F. (1994). Social dominance orientation: A personality variable predicting social and political attitudes. Journal of Personality and Social Psychology, 67(4), 741–763.

Rodríguez-Ferreiro, J. y Barberia, I. (2017). The moral foundations of illusory correlation. PLoS One, 12, e0185758

Manuscrito recibido el 27 de noviembre de 2017.
Aceptado el 9 de enero de 2018.

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