Positividad en tiempos de pandemia: Efectos de la edad

Malen Migueles, Alaitz Aizpurua y Ainara Aranberri
Dept. de Procesos Psicológicos Básicos y su Desarrollo, Universidad del País Vasco, España

(Freepik) wayhomestudio.

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El efecto de positividad hace referencia a la preferencia por los contenidos positivos en tareas de atención y memoria, efecto que aumenta con la edad. El presente artículo resume los resultados de un estudio reciente, realizado en pleno confinamiento, donde se analizó el efecto de positividad para pensamientos de futuro vinculados con la Covid-19 en tres grupos de edad: adultos jóvenes, de mediana edad y mayores. Las personas mayores recordaron más contenidos positivos que los jóvenes y transformaron contenidos negativos para hacerlos más neutros o positivos, mostrando su capacidad para mejorar su sensación de bienestar y adaptarse a la adversidad.

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Se conoce como efecto de positividad a la preferencia por la información positiva en contraposición a los contenidos negativos, un fenómeno que según la evidencia disponible se acentúa a medida que nos hacemos mayores (Carstesen y Mikels, 2005; García-Bajos y col., 2017). Por ejemplo, cuando se presentan estímulos como palabras o escenas emocionales, las personas mayores recuerdan mayor proporción de estímulos positivos que los jóvenes. También, según envejecemos, recordamos el pasado e imaginamos el futuro de una forma más positiva e idílica (p.ej., Charles y col., 2003; García-Bajos y col., 2017). Las personas mayores no sólo atienden y recuerdan más información positiva que negativa, sino que también transforman los contenidos negativos para darles una perspectiva más neutra o positiva (p.ej., García-Bajos y col., 2017).

¿A qué es debido este efecto de positividad? Algunas teorías plantean que las personas mayores priorizan la información positiva debido a que los estímulos negativos son más complejos y cognitivamente más demandantes. Según la Teoría de la Selectividad Socio Emocional (Carstensen y col., 1999), a medida que envejecemos nos damos cuenta de que el tiempo que queda por vivir se está acortando y priorizamos el equilibrio y el bienestar emocional. Con el aumento de la edad, las necesidades cambian y emerge la preferencia por los contenidos positivos. Según envejecemos disminuyen los recursos cognitivos, pero los utilizamos con eficacia para regular las emociones, activando pensamientos positivos y bloqueando los negativos.

¿Cómo afectaron la pandemia y el confinamiento a la positividad de los mayores? Estar confinados implica un cambio significativo de rutinas, especialmente todas aquellas vinculadas con el trabajo, los estudios y el ocio. Supone también una pérdida de libertad y una separación de amigos y familiares. Estudios recientes muestran que la pandemia ha provocado en la población en general sentimientos de aislamiento e incertidumbre económica, niveles más altos de ansiedad, depresión y una reducción en el sentimiento de bienestar (p.ej., Carstensen y col., 2020). Todos estos aspectos podrían estar afectando más a las personas mayores porque son una población de riesgo donde los contagios con resultado de muerte son más frecuentes que en la población más joven. Además, durante el confinamiento los medios de comunicación y las redes sociales estaban plagadas de noticias sobre muertes vinculadas con la Covid-19 en residencias para mayores y decesos en hospitales en soledad y sin el apoyo familiar en los últimos momentos. Es decir, la situación y el contexto eran significativamente más desfavorables para la población mayor, lo que podría afectar a su estado de ánimo y atenuar o debilitar el efecto de positividad.

Sin embargo, los escasos trabajos realizados en tiempos de la Covid-19 con encuestas que valoran niveles subjetivos de ansiedad y depresión muestran que las personas mayores tienen índices más bajos que los jóvenes, revelando una mayor resiliencia ante la adversidad (p.ej., Carstensen y col., 2020). Respecto al impacto de la pandemia en el efecto de positividad, en un estudio reciente (Aizpurua y col., 2021) realizado en pleno confinamiento, cuando la tasa de muertes y hospitalizaciones era muy elevada, se analizó la memoria para pensamientos de futuro tras la pandemia. Participaron adultos jóvenes (19-25 años), de mediana edad (28-54 años) y mayores (55-77 años), que valoraron su nivel de acuerdo con 28 afirmaciones extraídas de la prensa y redes sociales sobre el futuro tras la pandemia. La mitad de estas afirmaciones eran positivas, vinculadas con deseos y planes de futuro (p.ej., esta pandemia nos hará mejores personas), y la otra mitad eran negativas, relacionadas con las amenazas y repercusiones de la Covid-19 (p.ej., este virus mutará y no podremos con él). Tras una tarea distractora, se les pidió que recordaran esos pensamientos de futuro. En general, los participantes mostraron mayor acuerdo con las afirmaciones positivas. Comparados con los jóvenes, los mayores recordaron más contenidos positivos y mostraron una memoria reducida para los contenidos negativos. Además del efecto de positividad, los participantes mayores mostraron también una tendencia a convertir las frases negativas en más positivas o neutrales. Otro resultado novedoso es que las personas de mediana edad, también presentaron una mayor preferencia por lo positivo que los jóvenes. Por el contrario, los adultos jóvenes, probablemente más afectados por las repercusiones para su futuro, recordaron más contenidos negativos.

En definitiva, estos hallazgos muestran que el efecto de positividad ocurre incluso en situaciones tan complejas como la actual pandemia y se observa no sólo en los adultos mayores sino también en personas de mediana edad. Según nos vamos haciendo mayores, reaccionamos menos a situaciones negativas y mostramos una atención y memoria preferenciales hacia los contenidos emocionalmente positivos (véase Reed y col., 2014, para una revisión amplia del tema). La positividad y los sesgos muestran el valor adaptativo de la memoria y nuestra habilidad para espontáneamente transformar la realidad, hacerla más agradable y más positiva.

Referencias

Aizpurua, A., Migueles, M., y Aranberri, A. (2021). Prospective memory and positivity bias in the Covid-19 health crisis: The effects of aging. Frontiers in Psychology, 12, 666977.

Carstensen, L. L., Isaacowitz, D., y Charles, S. T. (1999). Taking time seriously: A theory of socioemotional selectivity. American Psychologist, 54, 165–181.

Carstensen, L. L., y Mikels, J. A. (2005). At the intersection of emotion and cognition: Aging and the positivity effect. Current Directions in Psychological Science, 14, 117–121.

Carstensen, L. L., Shavit Y. Z, y Barnes J. T. (2020). Age advantages in emotional experience persist even under threat from the COVID-19 pandemic. Psychological Science, 31,1374-1385.

Charles, S. T., Mather, M., y Carstensen, L. L. (2003). Aging and emotional memory: The forgettable nature of negative images for older adults. Journal of Experimental Psychology: General, 132, 310–324.

García-Bajos, E., Migueles, M., y Aizpurua, A. (2017). Age-based positivity effects in imagining and recalling future positive and negative autobiographical events. Frontiers in Psychology, 8, 1700.

Reed, A. E., Chan, L., y Mikels, J. A. (2014). Meta-analysis of the age-related positivity effect: Age differences in preferences for positive over negative information. Psychology and Aging, 29, 1–15.

Manuscrito recibido el 30 de junio de 2021.
Aceptado el 4 de octubre de 2021.

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