La mente extendida

Lucas Bietti
Center for Interdisciplinary Memory Research, Institute for Advanced Studies in the Humanities, Essen, Alemania

(cc) larryosanLa ‘tesis de la mente extendida’ (TME) sostiene que ciertos procesos cognitivos deben entenderse como situados, corporizados y orientados hacia el logro de objetivos concretos. Estos procesos se suelen desarrollar en situaciones de la vida real en interacción con el ambiente material y social. En estas situaciones, TME propone que el cerebro, el cuerpo y el mundo se llegan a coordinar de cierta manera que hacen que la mente literalmente se extienda hacia el mundo exterior.

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En un artículo publicado en la revista de filosofía Analysis, en 1998, titulado “The Extended Mind”, Andy Clark y David Chalmers sostienen que mientras que algunos estados mentales y experiencias pueden definirse internamente, existen muchos otros en los que los procesos de atribución de significado incluyen algunos componentes localizados fuera del cráneo. Según los creadores de la tesis de la mente extendida (TME), estos elementos externos que forman parte del ambiente social y material son literalmente parte de los sistemas cognitivos responsables de tales procesos. En consecuencia, algunos procesos cognitivos no deben seguir siendo entendidos como constreñidos por los límites físicos del cerebro. Por el contrario, estos procesos emergen, se desarrollan y se extienden a lo largo de redes interactivas que integran y sincronizan funcional y estratégicamente el cerebro, el cuerpo y el mundo físico y social.

En un libro monográfico dedicado exclusivamente a la TME publicado en 2008, Andy Clark describe cuáles son las circunstancias en las que artefactos culturales, incluyendo el lenguaje, y los avances tecnológicos pueden tener una vida cognitiva al convertirse en una extensión literal de la mente humana. Un ejemplo de estas circunstancias es el caso en una persona con dificultad para moverse a quien el uso de un bastón le posibilita aumentar su capacidad de movimiento (Clark, 2008, p. 39). Clark afirma que esta persona con movilidad reducida es capaz de remodelar los límites de su cuerpo en relación al mundo exterior. El bastón no es simplemente una herramienta que le ayuda al usuario a mejorar su estabilidad, sino una genuina incorporación cognitiva y corporeizada que resulta en la creación de un nuevo circuito distribuido entre el agente y el mundo. La plasticidad neural modifica y actualiza el esquema mental del cuerpo del usuario del bastón, desempeñando un papel central en el proceso completo de incorporación cognitiva del mismo. Es importante señalar que esta continua negociación y re-negociación de los límites entre el cerebro, el cuerpo, el bastón (considerado un artefacto cultural) y el mundo está siempre determinada por un comportamiento estratégico focalizado en la resolución de un problema (p. ej., trasladarse de un sitio a otro). Por esta razón, Clark sostiene que ciertos artefactos culturales (p.ej., bastón para invidentes, lápiz y papel para resolver operaciones matemáticas, agendas, mapas, etc.) y dispositivos tecnológicos (p.ej., desde los interfaces cerebro-ordenador hasta los iPhones, Blackberries, etc.) trascienden su funcionalidad básica como herramientas que simplemente aumentan las capacidades humanas. La continua coordinación entre el cerebro, el cuerpo y el mundo facilita la construcción de nuevos sistemas cognitivos extendidos que guían procesos cognitivos focalizados en la resolución de problemas en situaciones del mundo real.

No obstante, es necesario dejar claro que no es que el uso de cualquier artefacto cultural en cualquier circunstancia genere las condiciones para un caso de cognición extendida. Tenemos que diferenciar entre ejemplos comunes de expertos empleando herramientas y genuinos casos en los que la mente se extiende en el mundo. Clark y Chalmers (1998) proponen un concepto que denominan el Principio de Paridad para determinar verdaderos casos de mente extendida. Este principio señala que “si al enfrentarnos a una cierta tarea, una parte del mundo funciona como un proceso que si estuviese en la cabeza no dudaríamos en aceptarlo como parte del proceso cognitivo, entonces esa parte del mundo es (en ese momento) parte del proceso cognitivo”.

El Principio de Paridad es el punto de partida para que Clark (2008) proponga cuatro criterios que todo caso de cognición extendida debe cumplir para ser considerado como tal: (i) el artefacto o el recurso que el agente posee tiene que ser confiable, estar disponible y ser normalmente invocado; (ii) la información recuperada debe ser automáticamente aceptada y no sujeta a cuestionamiento; (iii) la información contenida en el artefacto o recurso tiene que ser fácilmente accesible cuando se la requiere; y (iv) la información en el artefacto o recurso ha sido conscientemente aceptada en algún momento del pasado, y en efecto, hay una consecuencia de esta aceptación.

Debemos señalar que la TME no es una hipótesis anti-representacionalista del tipo propuesto por enfoques constructivistas radicales o cibernéticos. Clark y sus seguidores intentan evitar entrar en tal controversia sosteniendo que la TME simplemente provee una aproximación integral a aquellos aspectos de la vida real en que el cerebro está comúnmente vinculado con necesidades pragmáticas específicas y capacidades sensoriomotoras. Sin embargo, al margen de haberse distanciado de enfoques constructivistas (Maturana y Varela, 1980), la TME ha recibido numerosas críticas en las ciencias cognitivas. Gran parte de estas críticas se centran en la naturaleza literalmente extendida de la mente humana que sostiene esta teoría. En una reseña crítica del libro de Clark (2008), irónicamente titulada “Where is the Mind?” (¿Dónde está la mente?), el filósofo y lingüista Jerry Fodor (promotor y defensor de la arquitectura modular de la mente humana) afirma que recursos externos como el cuerpo y el ambiente social y material sólo podrían formar parte y tener un papel causalmente activo en los sistemas cognitivos si estuvieran directamente conectados al cerebro (Fodor, 2009). Por otro lado, el filosofo Robert Rupert (2010), desde una perspectiva de cognición corpórea y situada, también argumenta que el contexto social y material forman parte del ambiente externo que influye activamente en la activación y desarrollo de procesos mentales, pero sin formar parte de los sistemas cognitivos responsables de los mismos. De este modo, más allá de situar sistemas externos dentro de los límites del organismo, la tesis de Rupert (a diferencia de la posición neurocentrista de Fodor) reconoce explícitamente el papel central que tiene el ambiente externo en la cognición humana.

Para finalizar, podemos decir que, teniendo en cuenta el creciente número de ediciones especiales de revistas científicas, libros y conferencias dedicadas exclusivamente a la TME, ésta representa actualmente uno de los enfoques que más controversia genera en las ciencias cognitivas.

Referencias

Clark, A. (2008). Supersizing the mind: Embodiment, action and cognition extension. Oxford: Oxford University Press.

Clark, A., y Chalmers, D. (1998). The extended mind. Analysis, 58, 7-19.

Fodor, J. (2009). Where is the Mind? London Review of Books, 31 (3), 13-15.

Maturana, H. R. y Varela, F.J. (1980). Autopoiesis and Cognition: The Realization of the Living. Dordrecht: D. Reidel.

Rupert, R. (2010). Cognitive Systems and the Extended Mind. New York: Oxford University Press.

Manuscrito recibido el 10 de febrero de 2011.
Aceptado el 1 de abril de 2011.

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