Gloria Jiménez-Moya
Dept. de Psicología Social, Universidad de Granada, España
A menudo los grupos sociales desaventajados llevan a cabo acciones colectivas dirigidas a luchar contra las desigualdades que sufren. Debido a la relevancia de las consecuencias sociales de estas acciones, numerosas investigaciones han estudiado los factores que promueven su realización. En este trabajo examinamos el Modelo de las Dos Rutas (Van Zomeren, Spears, Fischer y Leach, 2004), que muestra dos posibles vías, distintas pero complementarias, que promueven la realización de acciones colectivas. Mientras que una de ellas está basada en aspectos emocionales, la otra hace referencia a los cálculos que realizan los individuos para predecir el éxito de dichas acciones.
Las desigualdades sociales forman parte de la sociedad en la que vivimos. A lo largo de la historia, determinados colectivos han ocupado posiciones de bajo estatus y desventaja con respecto a otros grupos. Por ejemplo, hace algunas décadas las mujeres españolas no contaban con el derecho al voto, a diferencia de los hombres. Del mismo modo, hasta hace unos años en España las personas homosexuales no podían contraer matrimonio. A pesar de que estas situaciones desiguales pueden llegar a ser aceptadas y justificadas por los grupos desaventajados (Jost, Banaji y Nosek, 2004), la historia muestra que estos grupos de menor estatus también pueden posicionarse en contra de la desigualdad y rebelarse contra el sistema que les niega determinados privilegios.
Pero, ¿qué estrategias utilizan los grupos desaventajados para luchar por la igualdad? Recientemente en España podemos encontrar numerosos ejemplos de manifestaciones y campañas llevadas a cabo por colectivos de individuos que claman por sus derechos, dirigidas a conseguir un cambio social. Este tipo de acciones son acciones colectivas que tienen el objetivo de mejorar las condiciones de un grupo en su totalidad (Wright, Taylor y Moghaddam, 1990). Existen distintos tipos de acciones colectivas en función del grado en que dichas acciones son aceptadas y aprobadas por el resto de la sociedad. Así, las acciones colectivas van desde actos pacíficos enmarcados dentro de las normas sociales establecidas (p.ej., recogidas de firmas o manifestaciones) hasta acciones violentas y extremas que no respetan dichas reglas sociales (p.ej., terrorismo; Wright y col., 1990).
Aunque las acciones colectivas se pueden considerar como una de las estrategias más directas para conseguir el cambio social, también suponen un coste personal, por lo que las personas no siempre están dispuestas a participar en ellas (p.ej., Klandermans, Sabucedo, Rodríguez y de Weerd, 2002). Entonces, ¿qué es lo que lleva a los individuos a actuar para conseguir un cambio en la sociedad? Numerosos investigadores se han centrado en contestar a esta pregunta, dando lugar a diversos modelos que intentan explicar qué factores impulsan a los individuos a llevar a cabo acciones colectivas (para una revisión, véase Klandermans, 1997; para un meta-análisis, véase Van Zomeren, Postmes y Spears 2008).
¿Qué nos lleva a actuar contra la desigualdad?
Uno de los modelos que intenta responder esta cuestión, y que cuenta con abundante apoyo empírico, es el Modelo de las Dos Rutas (Dual Path Model; Van Zomeren y col., 2004, 2008). Se trata de un modelo integrador que describe dos vías mediante las cuales los individuos pueden llegar a embarcarse en la realización de acciones colectivas, cuando consideran que su grupo se encuentra en una posición de desventaja o sufriendo algún tipo de discriminación. Una de ellas está basada en la emoción de ira grupal, concebida como la ira que se experimenta por una causa no individual sino relacionada con el grupo en general, como la desventaja grupal. Específicamente, el modelo postula que si la situación desaventajada del grupo se concibe como injusta y si, además, se percibe que el resto del grupo también tiene esta percepción, los niveles de ira a nivel grupal serán altos. Dicha ira predice positivamente la participación en acciones colectivas, por lo que mayores niveles de ira grupal darán lugar a mayores índices de implicación en acciones colectivas dirigidas a acabar con la desventaja.
Sin embargo, según Van Zomeren y colaboradores, esta vía no es la única que tiene como resultado el que los individuos se involucren en acciones con el objetivo de cambiar el mundo en el que viven. Existe una vía complementaria que está basada en aspectos menos emocionales y más “calculadores”. Esta segunda vía se basa en la eficacia grupal percibida, es decir, en la percepción de que el grupo cuenta con las habilidades necesarias para acabar con la desigualdad a través de la acción colectiva. Si los individuos creen que el grupo en general está dispuesto a luchar contra la desventaja, la eficacia grupal aumentará y, en consecuencia, también lo hará la disposición del individuo a participar en acciones colectivas.
Por lo tanto, según el Modelo de las Dos Rutas, dos vías complementarias motivan a los individuos para llevar a cabo acciones colectivas. Una de ellas está basada en aspectos emocionales, como es la ira que provoca la situación desaventajada que sufre un colectivo, mientras que la otra está asociada con la capacidad del grupo para obtener un resultado exitoso cuando se llevan a cabo acciones colectivas. Así, este modelo nos muestra que hay distintos caminos eficaces que llevan a los individuos a comenzar una lucha en contra de la desigualdad social. Por ejemplo, al explicar por qué se produce una manifestación, el modelo establecería que los individuos sienten ira hacía la situación que se denuncia y/o que confían en que dicho acto público tendrá éxito en provocar un cambio social.
Referencias
Jost, J. T., Banaji, M. R., y Nosek, B. A. (2004). A decade of system justification theory: Accumulated evidence of conscious and unconscious bolstering of the status quo. Political Psychology, 25, 881-919.
Klandermans, B. (1997). The Social Psychology of Protest. Oxford: Blackwell.
Klandermans, B., Sabucedo, J. M., Rodríguez, M., y de Weerd, M. (2002). Identity processes in collective action participation: Farmers’ identity and farmers’ protest in the Netherlands and Spain. Political Psychology, 23, 235-251.
Van Zomeren, M., Postmes, T., y Spears, R. (2008). Toward an integrative social identity model of collective action: A quantitative research synthesis of three socio-psychological perspectives. Psychological Bulletin, 134, 504-535.
Van Zomeren, M., Spears, R., Fischer, A. H., y Leach, C. W. (2004). Put your money where your mouth is! Explaining collective action tendencies through group-based anger and group efficacy. Journal of Personality and Social Psychology, 87, 649-664.
Wright, S. C., Taylor, D. M., y Moghaddam, F. M. (1990). The relationship of perceptions and emotions to behavior in the face of collective inequality. Social Justice Research, 4, 229-250.
Manuscrito recibido el 13 de noviembre de 2013.
Aceptado el 9 de enero de 2014.