Paulina del Carmen Martín-Sánchez, Rafael Román-Caballero y Juan Lupiáñez
Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento, Universidad de Granada, España

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La música es, para la gran mayoría de personas, fundamental en sus vidas. Nos aporta grandes beneficios, muchos de ellos relacionados con nuestra atención. Debido a su dimensión emocional, la música afecta al sistema de redes atencionales, ayudándonos a desenvolvernos en nuestro entorno e influyendo en nuestra manera de atender. Ante el natural deterioro de estas redes en edades avanzadas, la música percibida como alegre o triste podría ser una poderosa herramienta que no solo palie los posibles efectos negativos del envejecimiento no patológico, sino que mejore nuestra capacidad de realizar tareas cotidianas.



Los cerebros masculino y femenino difieren en su experiencia musical estética: en las mujeres participa una red más amplia en las emociones musicales. La emoción agradable enlaza todo el hemisferio izquierdo y la desagradable los dos lóbulos frontales. En los hombres, en cambio, participan solamente las regiones anteriores y posteriores para la emoción agradable, y el lóbulo frontal derecho en la desagradable. Esto puede estar relacionado con la tendencia femenina a unificar la lógica y la emoción en una misma experiencia.
¿Depende nuestra percepción musical de la forma en que nos movemos? Estudios recientes demuestran que nuestro movimiento modula la percepción del ritmo, resaltando el carácter multisensorial de nuestra experiencia musical. Estudios con bebés y adultos destacan el importante papel del movimiento en la percepción musical.