José Luis Mendívil-Giró
Dept. de Lingüística General e Hispánica, Universidad de Zaragoza, España

(cc) Juan Eduardo de Cristófaro.
La sintaxis, entendida como la capacidad de combinar sin límite elementos discretos, es el componente central y distintivo del lenguaje humano. Noam Chomsky ha defendido durante años que la sintaxis no está al servicio de la comunicación, sino al servicio del pensamiento. Esta hipótesis (retomada, junto con Robert Berwick, en el reciente libro “Por qué solo nosotros”) permite articular una teoría de la evolución del lenguaje libre de algunas contradicciones y limitaciones de las teorías que insertan la evolución del lenguaje en el seno de la evolución de la comunicación, y explica mejor el propio diseño que tiene la sintaxis del lenguaje humano.
NOTA DEL EDITOR: Este artículo inaugura un nuevo tipo de artículos en Ciencia Cognitiva: Debate. Los artículos de Debate constan de una contribución que plantea un punto de vista sobre un cierto tema y al menos otra contribución donde autores independientes debaten ese punto de vista.

Las lenguas del mundo difieren enormemente en su complejidad morfológica. Nociones como el tiempo, el aspecto, la negación, la evidencialidad o la estructura de eventos se pueden expresar por medios morfológicos o simplemente de manera léxica. Lupyan y Dale (2010) han realizado un estudio estadístico de más de 2000 lenguas en el que encuentran un alto grado de correlación entre la complejidad morfológica de una lengua y factores demográficos como el número de hablantes, su extensión geográfica o su grado de contacto lingüístico con otras lenguas. Estos resultados apuntan a la relevancia de factores socio-culturales en la explicación de la estructura gramatical de las lenguas.
Las evidencias de carácter biológico sugieren que, si bien la facultad del lenguaje puede considerarse, en lo sustancial, una capacidad cognitiva funcionalmente independiente, no lo sería por completo en términos genéticos/moleculares, neuronales o evolutivos.
¿Es innato el lenguaje? Los niños sordos nacidos de padres oyentes y que no han sido expuestos a una lengua de signos constituyen un sorprendente experimento de la naturaleza que promete ayudar a aclarar esta cuestión fundamental de la ciencia cognitiva.